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Alimentación parenteral en pediatría

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Sugerencias

   La alimentación parenteral consiste en aportar al organismo del niño los elementos nutritivos que necesita para llevar a cabo sus funciones vitales (incluyendo el crecimiento y la producción de energía) a través de un acceso venoso. Cuando un niño presenta algún proceso patológico que le impide alimentarse por vía oral como lo hace un niño sano, es necesario aportarle las calorías y sustancias que necesita para mantenerse vivo y desarrollarse. Además los estados infecciosos, los postoperatorios y otras situaciones especiales requieren un aporte extra de calorías.

   La principal característica que diferencia la alimentación oral de la parenteral es que en la segunda las sustancias administradas no precisarán de ser digeridas y absorbidas en el intestino y por ello deberemos administrar los principios activos necesarios en su forma más elemental, o sea, como los encontraríamos tras ser liberados de los alimentos ingeridos, absorbidos en el intestino y filtrados y tratados por el hígado. Estas sustancias vitales (aminoácidos de las proteínas, azúcares y grasas elementales) deben ir disueltas en agua en la que deberemos añadir las necesarias sales minerales y oligoelementos (sodio, potasio, calcio, magnesio, zinc, ...) y vitaminas.

   La mezcla resultante no debe superar una determinada concentración que lesionaría los vasos sanguíneos  y causaría complicaciones añadidas. Cuanto mayor sea la concentración alcanzada por la mezcla mayor deberá ser el flujo de sangre del vaso elegido para introducir el preparado. Son de elección las venas periféricas pero si es necesario puede utilizarse un "cateter" que se desplaza hasta una vena más profunda y gruesa.

   Es importante extremar las medidas de higiene entorno a la piel próxima al acceso venoso que utilizamos para introducir la alimentación parenteral ya que esta es siempre un excelente caldo de cultivo para diversos gérmenes y por tanto supone un riesgo de infección de la sangre.

   Las complicaciones son poco frecuentes, siendo la más habitual la inflamación y lesión de la vena por la que se introduce el preparado seguida de la extravasación de la misma con la consecuente lesión de los tejidos próximos. Menos frecuentes son las complicaciones metabólicas, la sepsis (infección generalizada de la sangre) o la lesión hepática.

Dr. Ricardo Diez García

Especialista en Cirugía Pediátrica

Fecha de actualización: 2004

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